Carta # 1: Es una mejora
Cambios de dirección y una lista de sueños cumplidos con los que me sorprendió junio.
05 de junio de 2023
Colombia
¡Hola desde Bucaramanga!
Esta es la primera carta que me atrevo a enviarte. Disculpa que tardara tanto en decidirme a escribirla. Tengo los dos borradores de las cartas de abril y mayo que no fui capaz de publicar. Quizá durante este mes lo haga, si es que no me saboteo de nuevo. Te pido que me tengas un poco de paciencia, soy nueva en esto y me está costando bastante. No encontraba el valor para escribir desde febrero que apliqué a una maestría en escritura creativa a la que no pasé. Planeo compartirte un poco sobre esa experiencia, tal vez a ti pueda interesarte y, por qué no, hasta ayudarte.
Ahora sí, te cuento un poco de lo que se trató este mes. Cambios, cambios y más cambios. Me siento un poco cansada porque no tuve un respiro entre una cosa y otra. Es gracioso. Mi cuerpo está diseñado para transformarse, pero mi mente se ríe y se niega a creerse el cuento.
La verdad es que me aterran los cambios: los grandes, los pequeños. Todos. El resultado es una resistencia que se traduce en ansiedad, dolor corporal y agotamiento emocional.
Siempre tuve sueños pequeñitos. Cuando era una niña soñaba todo el tiempo. Me encantaba acostarme en el suelo, quedarme ahí, sola, imaginando tanto como quisiera. Crecí, conocí el miedo y dejé de hacerlo. Ha sido todo un desafío recuperar esa capacidad que creía perdida y es justo eso lo que más me emociona de esta nueva etapa de mi vida. Ver cómo, poco a poco, aquellos anhelos que estuvieron escondidos detrás de mi temor, se asoman, sonríen, y vuelven a saludarme.
Cumplir 29 años se convirtió en una presión en los hombros. Y en tortícolis. Me dedicaba a mirar hacia los lados a ex compañeros del colegio y a tanta gente con mi misma edad pasearse con sus hijos, con la mayoría de sus metas profesionales cumplidas, casados, con todo lo que se supone deberíamos haber conseguido en este momento de nuestras vidas. Y mientras tanto yo me sentía insignificante porque hasta hace muy poco descubrí mi propósito.
Estas casi tres décadas las dediqué a tratar de encajar en la idea de éxito que tenían los demás, y no en la mía. Claro, por eso percibía mi vida como un fracaso, porque me costaba creer que mi forma de verla era tan válida como la de ellos. Y por estar comparándome con otros se me olvidó mirar hacia adentro. Hasta que entendí que no existe un punto de referencia para mí, porque nadie más ha tenido la misma secuencia de hechos extraordinarios que me ha traído hasta aquí, ni nada que se le parezca. Así que tomé la decisión de convencerme de que, mientras ellos están llegando a los treinta, yo me voy a dedicar a vivir los veinte que se me escurrieron de las manos.
Del trabajo en el que estoy ahora y de algunos otros detalles te hablaré en una próxima carta. Por el momento te comento que es gracias a esa oportunidad que me dieron a finales de abril que al terminarse junio logré cumplir varios sueños: irme a vivir sola, por primera vez en mi vida, y ser independiente. Era algo que necesitaba desde hace mucho. Comencé a invertir en mi bienestar y pagué la primera cuota de un tratamiento (este tema también amerita otra carta y mucha valentía. Confío en que tendré la suficiente determinación para registrar el proceso y ayudar a otras mujeres que tengan la misma condición y que estén pasando por lo mismo que yo a tener menos dudas y más certezas).
Todo ha ocurrido tan rápido que ha sido imposible no sentirme abrumada. Es aquí cuando te presento la sigla PAS: Persona Altamente Sensible y el libro que comencé a leer hace unas tres semanas, The Highly Sensitive Person, escrito por Elaine Aron, la mujer que le dio nombre a ese rasgo de personalidad conocido como Sensibilidad de Procesamiento Sensorial (SPS), presente en gran medida en un grupo de la población que, como yo, muestra una mayor sensibilidad emocional y una reacción más marcada a estímulos externos e internos como el dolor, la luz, el ruido, el hambre.
También tienen una vida interior bastante activa y compleja (te dejo los tests, en inglés y en español, en caso de que al leer lo que acabo de compartirte tu intuición se haya estremecido).
Hablando de complejidad, terminé de ver una serie coreana que aprovecho para recomendarte. La encuentras como Woo, una abogada extraordinaria. Si no la has visto todavía, ve, corre y búscala en Netflix o en Plex. Mi mejor amiga A me pidió que la viera. Lo hizo por mucho tiempo. Ella sabe que a veces soy muy terca y que es difícil persuadirme de iniciar algo. Al final cedí y antes de que terminara el primer episodio ya la amaba. No sé cómo, pero A tiene un ojo que le permite notar cosas que a veces yo paso por alto o que me toma tiempo captar. Eso me pasó con la serie. Tenía razón cuando decía que me parecía a la protagonista. Yo me rehusaba a creerlo porque Woo es autista y yo no entendía cómo podía sugerir que teníamos algo en común.
Recordé una parte del libro y cómo es tan típico para los PAS vivir ensimismados, aún sin tener la intención de parecer egocéntricos. No sé porqué, pero es cierto. A veces me siento un poco autista, sin serlo. Por algún tiempo creí que tenía TOC, pero no, solo una que otra obsesión que cambia con el tiempo.
Al fin me estoy conociendo. Bueno, no digamos que conociendo, porque ya sabía que era así, solo que lo estoy aceptando. Por alguna razón que desconozco se me concedió esta sensibilidad que de alguna manera me hace diferente. Para bien y para mal. Escribo para mal porque a veces no sé cómo lidiar con tantos estímulos, pensamientos, sensaciones que llegan y que se producen en mí. Confío en que, con la información que estoy recibiendo, aprenderé a procesar, gestionar y proteger mi superpoder.
Conversaba con un amigo hace unos días y le decía que lo único que quería hacer era enfocarme en crear la vida que quiero vivir. Y para eso tengo que ser yo misma. Aunque eso signifique fortalecer el dedo índice y decirle que no a oportunidades que sé que no son para mí. Abrazar los cambios, o por lo menos no huir de ellos. Y darme todo aquello que necesite para estar bien.
El último día del mes me corté el cabello. No iba con esa intención, tan solo quería preguntar si podía agendar una cita con Vladimir, el peluquero que me recomendó A. Me sentía tan ansiosa porque las dos últimas experiencias fueron traumáticas. Decidí dejar que hiciera lo que quisiera con mi cabello. Confiar en él. Hasta que sacó una tijera extraña, vi que cortaba en tres uno de los mechones y me arrepentí. Le pregunté qué rayos estaba haciendo, y cuál era la necesidad de trasquilarme. Me respondió que para el corte mariposa era necesario quitar volumen. Con ese nombre tan sugerente con seguridad había que sacrificar algo. Entonces le confesé que tenía miedo y que no me gustaban los cambios. Y fue en ese instante que recibí la revelación del mes:
“Ah no mi amor, es que esto no es un cambio, es una mejora”.
Creo que encontré un nuevo mantra. Intentaré recordarlo y repetirlo cuando vuelva a sentirme ansiosa ante el futuro: no es un cambio, es una mejora. No es un cambio, es una mejora. No es un cambio, es una mejora.
Acepté que tengo una relación insana con la comida. Llegué a un punto en el que no la estaba disfrutando. Era como si la ansiedad me estuviera devorando y yo la estuviera alimentando a ella. Lo único bueno que me quedó de esa experiencia fue una de mis nuevas obsesiones: la papaya con yogur griego. Por favor, aunque no suene muy provocativo, dale una oportunidad y después me cuentas si también caíste en la trampa.
Te comparto otras de mis obsesiones del mes:
-Meteoro de Na Morales.
-When you think of me de JP Saxe.
-I don’t miss you también de JP Saxe.
-El peso de Jaison Neutra.
-Le chiavi di casa; una somma di piccole cose; costruire, todas de Niccolò Fabi, mi cantante italiano favorito.
Y lo que no pasó en junio:
No me pude inscribir en clases de baile. Aprender a bailar salsa seguirá siendo un sueño pospuesto que espero cumplir pronto.
No terminé el libro, ni siquiera llegué ni a la mitad, pero hay que ser compasivos con nosotros mismos. Eso es lo que me digo todo el tiempo para no sentirme tan mal por no cumplir con mi propósito.
No escribí la lista de todo lo que estoy evitando enfrentar. Queda pendiente.
Así como la sorpresa de la que no puedo hablarte todavía y que espero tener lista para compartirla contigo en la próxima carta virtual.
Hasta entonces,
Silvi